Hay un lugar en el sur de Mexico donde las cascadas se transformaron en esculturas de sal. Lo que se pensaba un flujo inagotable no fue así y un día, como cualquier otro, el agua cambio de rumbo. La montañas, de personalidad menos volátil congelaron el instante.
Últimamente pienso mucho en ese lugar; desde aquel día, como cualquier otro, que mis palabras decidieron también, cambiar de rumbo.